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Articulos El Guerrero 29 septiembre, 2021 (Comentarios desactivados) (344)

Con el sello de la casa

Ginés Sánchez

La familia Calderón Zavala Gómez del Campo tiene el sello, en la vida política mexicana, del fracaso, de la no aceptación popular, y cuando no es así, de circunstancias abiertamente fraudulentas. Comencemos con décadas atrás, en los tiempos del partido de Estado; el padre de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, don Luis Calderón Vega (QEPD), perdió en siete elecciones consecutivas en las que participó para distintos cargos de elección popular; su nula conexión y carisma con el electorado, pues, no es cosa de sólo 20 años, en los que sus hijos han sido derrotados en las urnas ya como una costumbre:

Felipe, en 1995, sucumbió de fea manera a la gubernatura de Michoacán, quedando en un muy descolorido tercer lugar, abajo del PRI y del PRD.

Nunca llegó al Congreso por vía de elecciones. Las dos ocasiones que fue diputado federal fue por la vía de la representación proporcional, diputado plurinominal, como se les conoce.

En 2006 llega a la Presidencia sin ser, ni de lejos, el favorito del entonces presidente Fox, quien en su torpeza se ve incapaz de operar dentro de su partido, pudiéndolo sí hacer un tampoco nada hábil Calderón. Sería ocioso enumerar aquí el cúmulo de irregularidades por la que esas elecciones pasaron a la historia con la sombra del mayor fraude electoral de la historia de México, ya que al de 1988 no es posible llamarle así, habida cuenta de que carecía el país de un andamiaje institucional diseñado para un proceso electoral normal, por llamarlo de alguna manera.

Luisa María Calderón, la hermana, tiene lo mismo su propia estela de descalabros, perdió dos veces la gubernatura de Michoacán: en 2011 (con todos los recursos políticos y económicos de su lado, dado que su hermano era el presidente) y de nuevo en 2015. Careciendo de arraigo en tierras purépechas, llegó al Senado porque la impuso su hermano, en 2012, por lista nacional; plurinominal, vaya.

No conforme con el evidente hecho de la nula popularidad y carisma de la familia, Felipe está empeñado, desde el 1º de diciembre de 2012, en el disparate de regresar a la Presidencia por medio de Margarita Zavala, su cónyuge, desde una respuesta en una entrevista televisada a son de “yo sí veo a Margarita como presidenta”, sus empeños han sido infructuosos, al toparse una y otra vez con la realidad. Falló en su intento de incluir a su esposa como diputada de representación proporcional en 2015.

De ahí, en medio de su megalomanía, cumplió sus amenazas de irse del PAN, creyendo que provocaría un cisma en el blanquiazul, e intentar crear su propio partido, México Libre, el cual no cuajó por innumerables irregularidades, como presentación de firmas falsas, copias de credencial de elector que no correspondían, y un largo etcétera.

Antes, en 2018, consiguió una candidatura independiente para Zavala, pero de plano tuvieron que dar marcha atrás y abandonar la contienda, ante el evidente ya estrepitoso fracaso en las urnas que se les avecinaba.

Fracasos los anteriormente citados no son todos; el más grotesco y trágico, su fallida guerra, intento infructuoso por legitimarse luego de una elección con el sello de la duda, que hizo que México perdiera la mayor divisa posrevolucionaria: ocho décadas de una innegable paz social; el último año de Fox, 2006, fue el año con menos violencia en décadas, es decir que nunca estuvo su abominable iniciativa marcial ni de lejos justificada.

Otros fracasos lo son hechos como no poder haber impuesto a su peón Gil Zuarth al frente del PAN en 2010, y mucho menos a su original delfín, antes que lo fuera Peña Nieto, es decir Ernesto Cordero.

En su muy a su pesar regreso al PAN, Margarita Zavala participa para una diputación federal, en un distrito de la Ciudad de México; su distrito lo gana con una inusitada altísima participación ciudadana, muy por encima de la media nacional, y con una cantidad de votos a su favor que es muy poco creíble; basta la imagen de Héctor Aguilar Camín fungiendo como funcionario de casilla, justo en las urnas donde a Margarita Zavala tocaba votar. En fin, lo más seguro es que sea parte de la próxima legislatura, pero en el imaginario colectivo llega con la sombra de lo fraudulento sobre su cabeza, y seguro tendrá sesiones difíciles en el Congreso, donde diputados oficialistas se encargarán de recordarle, cada vez que puedan, la calamidad que ha sido esta multicitada familia para la vida pública en México.