Isidro Bautista Soriano

No fue necesario esperar el final de su discurso: Evelyn Salgado Pineda impresionó más como gobernadora que como candidata.

A escasos minutos de haberlo iniciado, ahora se apreció mejor de qué madera viene, y se palpó que fluye por sus venas sangre heredada de buen político, sangre de lucha social, la de su padre, el senador Félix Salgado Macedonio.

Hoy se confirma definitivamente el hecho de que nadie se equivocó en elegirla candidata, pues —habrá que admitirlo— cuando él fue retirado de la contienda electoral, llegó a decirse que no había ninguno a la magnitud de su potencial político dentro de Morena, y que por lo tanto, ese partido que se diera por perdido en las urnas del 6 de junio.

Tampoco fue necesaria una campaña ni de un mes con Evelyn como candidata para ganar como si hubiera ganado él.

Reza bien el dicho que al buen entendedor pocas palabras. Y ella rindió la protesta ayer sin complicaciones —ni siquiera un titubeo o un asomo de nervios en su discurso fue notado— sino con una confianza plena en sí misma, como si se hubiera preparado con una campaña de años para ser gobernadora.

Como aquí mismo lo hemos sostenido, representa lo que Andrés Manuel López Obrador en México, la esperanza de Guerrero ante un hartazgo contra la corrupción en que ha estado sumido Guerrero sexenio tras sexenio, de privilegios para unos cuantos.

Nadie mejor que ella para alzar a toda asta la bandera de la 4T en forma permanente en Guerrero, y tampoco nadie como ella para hacer también suya la frase de AMLO de no robar, no mentir, ni traicionar al pueblo.

Nadie como ella para que le vaya mejor a Guerrero, y nadie como ella con el nivel de afinidad política de López Obrador, como ayer también se vio en la concurrencia de invitados, encabezada por el secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán.

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