Visión zapatista
Sergio Lugo
El 20 de noviembre se celebra la Revolución Mexicana, realmente, en esa fecha fue cuando Francisco I. Madero llamó a tomar las armas contra Porfirio Díaz; sin embargo, no todos los grupos se levantaron esa fecha, por ejemplo, el ejército de Emiliano Zapata se levantó hasta marzo de 1911.
Quizá parte de la historia oficial nos han hecho creer que Madero es el “apóstol de la democracia”, sin embargo, él no fue benevolente, al menos no con los zapatistas.
Pero como contexto histórico, recordemos que el general Porfirio Díaz fue un dictador sanguinario, que también la derecha lo quiere hacer ver como un héroe, supuestamente porque “modernizó” al país, pero no explican que, si bien implementó el ferrocarril y varios caminos, era justamente para beneficiar a una aristocracia tanto mexicana como extranjera, él era fanático de todo lo francés y europeo en general.
Porfirio Díaz se proclamaba como positivista y usó su lema “Orden y Progreso” para reprimir a los pobres. Los hermanos Flores Magón, precursores de la Revolución, denunciaron sus atrocidades en el periódico Regeneración (Morena en honor a ellos, así tituló su periódico de propaganda). Recomiendo el libro Yaquis de Paco Ignacio Taibo II, Editorial Planeta, México, 2014; ahí explica cómo el general Díaz trató de exterminar a los indígenas yaquis, oriundos del desierto de Sonora, quienes pedían agua, enviándolos a Yucatán a trabajar como esclavos en las haciendas de henequén.
Considero que Madero quería simplemente elecciones limpias, pero no dejó de ser un rico hacendado que sólo pretendía mantener sus privilegios.
Mi paisano taxqueño Francisco Pineda Gómez (fallecido en 2019), profesor de la ENAH, publicó libros donde explican el levantamiento zapatista y de cómo Madero siendo presidente, trató de exterminar a los campesinos de los estados de Morelos, Guerrero, Puebla y el sur de la Ciudad de México, así como también utilizó periódicos como Nueva Era, para denostar con infundios a Emiliano Zapata y a sus seguidores, bajo un argumento racista y clasista.
Los libros son La irrupción zapatista (Era, México,1997); La Revolución del sur. (Era, México, 2005).
Y sobre cómo Carranza recibió apoyo y armas del gobierno de Estados Unidos para exterminar a los zapatistas, del mismo autor Ejército libertador, (Era, México, 2015). Como complemento está el libro A 100 años, iconografía de Emiliano Zapata (INEHRM, México, 2019), el cual me encantaría presentar en Guerrero, junto con Edgar Castro Zapata, bisnieto del general. Es un libro de fotografías casi inéditas que el historiador consiguió sobre su bisabuelo.
En Iguala nos gustaría fomentar un museo dedicado al zapatismo. También recordemos que Chilapa, Teloloapan y Apaxtla, fueron territorios zapatistas, entre muchos otros.
Las mujeres fueron primordiales en la Revolución, por ejemplo, en San Pablo Oztotepec, y San Lucas Xochimanca, ambos en el entonces Distrito Federal.
Manuel Garcés, cronista de Tecomitl explica: “Las mujeres zapatistas encendían por la noche los rústicos tlecuiles para que el humo no delatara a la tropa. Uno de los alimentos comunes que preparaban con rapidez fueron las habas secas y peladas que se tostaban en el comal, acompañadas con trocitos de nopales y ramas de epazote, guisado que recibió el nombre de “habas enzapatadas”. El zapatismo en Milpa Alta (Ediciones Quinto Sol, México, 2013).
La película Zapata, de Felipe Cazals, es una obra que se acerca a la realidad. Fue censurada por Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Sin embargo, el actor Antonio Aguilar, que también fue el productor, sacó adelante la cinta, donde se ve que Emiliano es apoyado por los campesinos, y traicionado por Madero y Guajardo.
Martín Luis Guzmán es uno de los escritores más famosos sobre la Revolución Mexicana. Recomiendo el libro Caudillos y otros extremos (UNAM, México, 1995). El prólogo lo escribe Fernando Curiel, un investigador que hace años lo veía por las calles de Taxco disfrutando mi Pueblo. Él escribió: “Martín Luis Guzmán se unirá al maderismo triunfante, elegirá a Villa frente a Carranza, a Eulalio Gutiérrez frente a Carranza, Villa y Zapata, y a Adolfo de la Huerta frente a sus antiguos socios del Plan de Agua Prieta; regresará en pleno cardenismo; producirá una obra dilatada, la más de ella de médula clásica”.