Yo sí te creo
Mayra Martínez Pineda *
Cuando por fin dejamos de naturalizar las violencias hacia las mujeres y las niñas, empezamos a escuchar las voces que reclamaron el derecho a vivir libres de violencia de género, con dignidad y respeto a todos los derechos.
Había una idea generalizada sobre la violencia de género, esperaban siempre ver golpes, pero hay otras acciones que ejercen los agresores que han sido expuestas, me refiero al acoso y al hostigamiento sexual de los que hoy quiero documentar lo siguiente:
El hostigamiento y acoso sexual son conductas contrarias a la vigencia de los derechos humanos que afectan el bienestar de quienes las sufren, impiden su desarrollo, merman su productividad y capacidad de gestión, además, contaminan el entorno laboral, con lo que obstaculizan la consecución de las metas institucionales.
¿Qué es el hostigamiento sexual? Las conductas lascivas o de asedio; insinuaciones o solicitudes de favores de naturaleza sexual, y otras conductas verbales o físicas de índole sexual, valiéndose de su posición jerárquica derivada de sus relaciones laborales, en las que al acceder o negarse a las mismas explícita o implícitamente afectan el servicio público, empleo, cargo o comisión de la persona, o pudieran interferir en el trabajo o el rendimiento educativo de la persona e incluso crear un ambiente intimidante, hostil u ofensivo para el servicio público, las labores o la enseñanza.
¿Qué es el acoso sexual? Es una forma de violencia con connotación lasciva en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.
Estas conductas pueden darse entre servidores públicos, entre el servidor público y usuarios de servicios, proveedores, pacientes, alumnos y alumnas. También pueden ocurrir en relaciones de jerarquía superior a inferior, inferior a superior, entre pares, entre personas del mismo sexo o distinto sexo.
Desde el 2007 el acoso sexual es considerado como una figura jurídica en la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y Guerrero es uno de los 16 estados del país que tipifican una pena máxima de hasta 8 años de prisión si el delito se comete contra una persona menor de edad.
El movimiento “Yo sí te creo” despertó la conciencia social, y es de suma importancia para hacer visibles estas agresiones que provocan dolor emocional y hay un miedo latente a recibir maltrato si no se cede a las presiones sexuales, lo que merma la calidad de vida de quien lo sufre.
Sin embargo, al momento sólo es por querella que se pueden formalizar las acciones, por ello se debe buscar siempre el acompañamiento decidido de las instituciones y redes de apoyo.
El mensaje general debe ser de empatía, es posible, por ejemplo, que Plácido Domingo pudiera ser defendido por ser una figura en el arte, casi siempre esto sucede, es la figura que representa poder a quien se le cree, pero al final del día o de una investigación, no se puede ocultar la realidad y así como él, muchos otros han sido desenmascarados; por ello, recientemente Luis de Llano, a todas luces sostuvo una relación con una menor, es un delito. Y hablo aquí de legislar con perspectiva de género y evitar la prescripción en cada delito que constituya violencia de género.
Es importante la perspectiva de género en los primeros respondientes y en la sociedad entera, creer en la palabra de las víctimas y ayudarlas a salir adelante.
“Yo sí te creo” significa aliento para una mujer o una niña que busca escapar de las garras lascivas de un agresor.
* Maestra en prevención de violencia de género por la Universidad de Salamanca, España / Especialidad en género e interculturalidad.