Mujeres desaparecidas
Mayra Martínez Pineda*
El feminicidio de Debanhi en Nuevo León nos ha dejado de luto, el país llora a una joven que sólo salió a una fiesta y encontró la muerte. No puedo tener las palabras concretas que describan, para la historia de la humanidad, que espero en muchos años más, dé cuentas de ésto como una barbarie superada, lo que sucede en este país.
Desaparecer mujeres, matar mujeres, es inconcebible. En lo que va de este año en México, siete mujeres son desaparecidas en promedio cada día.
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reportaba 748 mujeres en esa condición entre el 1º de enero y el 14 de abril de este año.
Estado de México, Ciudad de México y Morelos concentran el 46 por ciento de todos los casos. Nuevo León ha encendido las alarmas con el caso de Debanhi Escobar.
En Guerrero, en lo que va del año en datos de colectivos feministas se registran 20 mujeres desaparecidas y la propia Fiscalía General del Estado en páginas oficiales ha dado cuenta de ello. La mayoría son mujeres adolescentes.
Las mujeres no desaparecen solas. No es porque “no avisan a sus papás”, como lo dijo el distraído y poco empático secretario de Seguridad de Nuevo León.
A las mujeres las desaparecen para violarlas, venderlas, engañarlas y adentrarlas al mundo de la prostitución o de la trata; para vengarse de ellas por sus ex parejas o para matarlas. Y así una lista interminable.
Los agresores quedan impunes, nadie sabe quiénes son, pero todo mundo lo intuye, sin embargo, el Ministerio Público que atiende el caso sin perspectiva de género, y menos de derechos humanos no actúa, no hay suficientes pruebas. No se puede hacer nada.
Para el agresor que hostiga, por ejemplo, sólo se le impone una multa, con dinero lo soluciona y la ley lo exime. No hay necesidad de que se revise el origen de esa conducta, que se le diagnostique o de menos, le sea instruida sensibilización en el tema. El Ministerio Público fija la cantidad por ley, la víctima acepta y se acabó el problema.
En este país sobrevivimos las mujeres, con las leyes creadas por representantes sin una pizca de conocimiento sobre el tema legislativo y la aplicación en campo, y que incluso presiden comisiones, dan discursos efusivos para pedir justicia o emiten comunicados levantando la voz por todas, pero realmente no se dedican a cambiar las cosas que están mal desde las leyes porque ni las conocen, y cuando son hombres usando la causa, indigna más.
Las cifras nos quitan la respiración ¿Cómo se puede caminar entre un cementerio de mujeres?
Las desaparecidas, son eso, mujeres que se volvieron invisibles a la poca empatía de mucha gente. Sólo sus familias viven esa angustia. Sólo sus familias sienten esas muertes.
No acostumbro escribir con sesgo personal, pero me permito una licencia con respeto a ustedes que me leen, porque me dolió. Me dolió ver a una madre y a un padre enterrando a su hija y a los gobernantes de su estado viajando a Texas y organizando una fiesta; a los demás en las instituciones que llevan el tema, siguiendo sus agendas normales, no hubo luto en ningún lado en el país, eso hubiera sido una sacudida emotiva para recordarle al mundo que no toleramos la violencia a las mujeres, pero a nadie en imagen le favorece el tema, por el contrario, es mejor hacer como que no pasa nada, el tema de por sí es fuerte, dicen.
De las desaparecidas nadie habla, hasta que algún caso resuena en la conciencia o hasta que lo vivan con alguien que amen.
* Abogada, feminista, oradora, polemista, maestra en prevención de Violencia de Género por la Universidad de Salamanca, España