Delincuencia en Guerrero
Isidro Bautista Soriano
El problema de la delincuencia, al igual que las enfermedades, nunca podrá ser desaparecido, eliminado o exterminado, vamos, como usted quiera decirlo, pero sí controlado, hasta donde sea la voluntad o determinación del Estado mexicano.
El mal –creemos– existirá mientras haya el bien, como la pobreza ante la riqueza, y el divorcio ante el matrimonio. En algún lugar hay oscuridad, pero en otro, luz.
En todos los tiempos y en todo espacio ha existido la corrupción. Jesús fue entregado por Judas Iscariote, su propio discípulo, a cambio de unas monedas, y otro más, Pedro, ante los verdugos del Hijo de Dios, negó tres veces conocerlo.
En aquellos tiempos, “había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores del impuesto. Jesús llegó a su casa. Entonces, todos empezaron a criticar: Se ha ido con un rico que es pecador, pero Zaqueo dijo resueltamente a Cristo: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más”.
¿Cuántos reyes se corrompieron desde siglos A.C., aún cuando vivían en opulencia y con poder político?
En los años 1979 o 1980 el gobierno de México abrió las puertas al sha de Irán, Mohammad Reza Pahlevi, por haber huido de su país, y le dio refugio en Morelos; se le cobijó al igual que en 2019 a Evo Morales, ex presidente de Bolivia. Culpables o inocentes, aquí vivieron.
Lo cierto es que en México la corrupción no para. No hay país sin corrupción. Los mejor evaluados son Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega, Singapur y Suecia, pero no llegan al cero impunidad.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), del Inegi, en marzo de este año reflejó el hecho de que 66.2 por ciento de la población de 18 años y más, consideró que es inseguro vivir en su ciudad.
De esto, 71.1 por ciento de las mujeres y 60.4 de los hombres tuvieron una percepción de inseguridad. Es, repetimos, marzo 2022.
Los gobernantes, tanto del país como de los estados y municipios, desahogan el asunto de los delincuentes a su propio criterio, no tanto según la ley. Hay policías, militares o marinos que actúan como dijo Salinas de Gortari: ni los veo, ni los oigo. Así es hoy como ayer.
Hay autoridades que se involucran, unos por ambición y otros contra su voluntad: plata o plomo.
La 4T se salva por el presidente López Obrador, a quien se le percibe, especialmente en Guerrero, como un gobernante honesto entre la mayoría de los mexicanos, a pesar del grado al que ha llegado la violencia, pero que la atribuyen como herencia de los presidentes del PRI y PAN que lo han antecedido en el cargo.
La misma opinión permea de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda. Este martes 5 encabezó una reunión en la que puso atención al problema del transporte público de Acapulco, Costa Chica y Costa Grande, justo cuando Zihuatanejo ha dado de qué hablar por cuanto a la magnitud que ha cobrado el crimen, y por otro lado, anunció la llegada de 300 miembros más de la Guardia Nacional. Por eso ambos ganaron en las urnas. Está más que visto.
En buena medida, el futuro de todo gobernante o partido político dependerá de la atención dada a dicho tema, por lo que deben actuar con mayor sigilo, porque hasta ahora el grueso del electorado mira al pasado como el responsable.
Lo que sucede con Alejandro Moreno Cárdenas Alito, indudablemente, daña al de por sí desgastado PRI. La gente lo cree más culpable que inocente –aunque lo sea– por no haber tenido el debido cuidado con su actuación, como fue el caso de la expresión hecha contra el gremio periodístico.
Aguas con Chilpancingo, donde gobierna Norma Otilia Hernández Martínez, porque el 76.5 por ciento de los entrevistados por Inegi con su ENSU de marzo pasado, afirmó sentirse inseguro, más que en Acapulco, que tuvo el 76.3 por ciento.
Hay que actuar con cabeza fría, no influenciados por la emoción.