¿Y la camioneta, apá?
Isidro Bautista Soriano
¿Cuántos padres preguntarán a los hijos por sus calificaciones? ¿cuántos se darán tiempo, vamos siquiera unos cinco o diez minutos, para preguntarles cómo han salido de la escuela?
Está claro, sobremanera, que se preocupan y ocupan, en casi todos los casos, sólo por la comida y por atender a los invitados con motivo de la clausura del ciclo escolar, tanto de la primaria como de la secundaria o del nivel medio superior y superior.
Desde meses previos, andan incluso tronándose los dedos en pensar cómo le harán para tener festejo. Algunos acuden a las casas de empeño.
El niño o adolescente posa para la foto entre todo el alumnado con el certificado de estudios como trofeo alzado al pecho en las manos, en señal de triunfo.
¿Preguntarán al maestro o a la maestra por la conducta o el nivel de aprendizaje?
Si somos curiosos, observaremos que muchos padres no ven ni al menos el promedio de la calificación estampado en el certificado. El alumno por allá lo pone, no lo guarda como tesoro, para volverlo a tomar en el momento en que lo necesita como simple trámite para la inscripción del nuevo año lectivo.
Ni en las vacaciones de verano, las que hay en julio y agosto, como receso entre un ciclo escolar y el otro, se sientan los padres a platicar con los hijos.
Y a eso agreguemos que hay autoridades en todos los niveles que tampoco prestan la atención debida para analizar los factores que inciden en el bajo rendimiento del alumnado, a tal grado que el maestro llega a decir: “si sus padres no se preocupan por ellos, menos yo”.
¿Qué padre o madre le habrá exigido al hijo la tabla de calificaciones y sus motivos, en lugar de limitarse a extender los brazos para felicitarlo, sin entrar en detalles?
Es verdaderamente triste constatar el número de egresados que en la práctica no sabe lo que se supone aprendió en la escuela. Y así es el caso de los que terminan una carrera profesional.
Hay alumnado que se recibe de abogado con titulación automática que no puede explicar las funciones del Ministerio Público, ni de un juez común o juez federal, menos de un tribunal colegiado o demás aspectos de la realidad, a la que deben enfrentarse ya en el terreno de los hechos.
Y es lo mismo en todas las profesiones. ¿Cuántos docentes venden las calificaciones y cuántos alumnos las compran, y más porque los padres andan en lo suyo?
Este año lectivo pasarán a la historia porque todos los alumnos lo aprobarán mínimo con calificación de 6, por disposición superior.
¿De qué sirve que al alumno se le dote del material necesario si no hay la atención apropiada? Hay padres que ven más a los planteles educativos como guarderías.
Y el problema no es sólo el bajo rendimiento escolar, o de plano la deserción, sino que a falta de disciplina paternal, se van por la puerta fácil: caen en alcoholismo, drogadicción o en las redes de la delincuencia.
¿Se habrá hecho una evaluación del nivel de aprendizaje registrado por las clases virtuales, debido a la pandemia? Había niños conectados que a ratos abandonaban a la maestra por chatear entre ellos ante la falta de vigilancia de los padres.
Si aun con titulación e inclusive doctorados, hay jóvenes que no hallan empleo ni en Guerrero ni en todo el país. Es una situación que va de menos a más. La pandemia cambió el estilo de vida, y sigue cambiándola.
Este martes 12 apareció la noticia en el sentido de que la Federación recortará mil 254 millones de pesos al gobierno de Guerrero. Quizá no sea motivo de atención de muchos.
De dicha cantidad, 500 millones ya no llegarán en lo que resta de julio, y 754 millones tendrán tijerazo en los próximos cinco meses.
Ya no habrá el hijo aquel que le decía al padre consentidor: ¿y la camioneta, apá?… Sencillamente porque nunca le pregunta por la escuela y porque no se da tiempo para saber de la máxima infalible que existe desde siglos de “disciplina a tu hijo mientras hay esperanza, porque si no lo haces, le arruinarás la vida”.