Las mujeres que caminan con otras mujeres
Mayra Martínez Pineda
Hace unos días estuve en un desayuno de la Colectiva 50+1 capítulo Guerrero, convocado por la diputada Gaby Bernal para presentar la iniciativa legislativa que pondrá en la agenda el tema de la violencia vicaría.
La Colectiva tiene incidencia nacional y capítulos en otros países ya. Está fuerte de verdad, el ingenio y la tenacidad de la Nena Orantes es increíble, es sorora e inteligente y ha sumado en plural a muchas mujeres.
La violencia vicaría es un neologismo aplicado en el ámbito de la violencia de género que denomina a una forma de violencia por interpósita persona por la que un progenitor ataca a una hija o un hijo con el objetivo de causar dolor a la madre.
Pero esta va más allá de la alineación parental.
La alienación parental consiste en las conductas que lleva a cabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, e injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el niño o niña un proceso de transformación de conciencia, que puede ir desde el miedo. Ambas violencias se ligan. Una da lugar a la otra.
Por ello Gaby, que está haciendo una gran labor como legisladora con perspectiva de género, lo llevó al pleno y antes sumó a más de 100 mujeres en este desayuno, donde se presentó el testimonio de 2 mujeres víctimas de violencia vicaría, a las que les fueron arrebatadas hijas e hijos y llevan meses sin verles.
Ahí llegaron mujeres de todos los partidos, me tocó sentarme con una mujer amable, que de inmediato quitó su bolsa y me abrió espacio sin conocernos; era la diputada Leticia Castro, diputada de Acapulco por Morena. Inteligente, atenta, me cubrió la espalda como lo haría con una hermana o hija, pues moría yo de frío por el aire acondicionado que nos tenía a todas en temblor, memorable, no me vio como enemiga por mi origen partidista , y eso me conmovió. Luego llegó contenta Gaby Bernal, que fue la que con esa sencillez y buena voluntad nos juntó a todas, alegre, y dispuesta a sumarnos.
A mi mesa arribó Violeta Pino, actual secretaria de la Mujer, la abracé al verla, y respondió positiva, pocas veces la secretaria saliente y la actual conviven; ahí tuvimos oportunidad.
Al frente, Lupita Gómez Maganda, presidenta de la Colectiva en Guerrero, es una mujer admirable, sencilla con toda su grandeza y trayectoria; me conmovió mucho cuando la magistrada Adela Román que es ex presidenta municipal de Acapulco, le dio a Lupita las gracias y le dijo públicamente que ella en su momento fue sorora y la apoyó para ser magistrada. Una mujer que tiene poder reconociendo con humildad a otra, de partidos distintos. Lejos de discursos de odio.
También Indalecia Pacheco le agradeció al ex gobernador Héctor Astudillo Flores su apoyo decidido para que una mujer ocupara la vacante de magistrada, cuando el Congreso pugnaba por otros hombres, y todas gritamos : ¡Sí se pudo! Reconociendo a un gobernador igualitario.
Mientras desayunaba junto a Lety Castro, me contó sobre el reconocimiento que recibió como abogada ejemplar, la medalla al mérito jurídico, otorgada en la administración de la que fui parte; así llegaron a la mesa diputadas, empresarias, activistas y los abrazos eran sinceros.
Hubo momentos de muchas lágrimas cuando los testimonios abrieron heridas; mujeres que los agresores no permiten ver a sus hijas e hijos y las están borrando de su vida, cuánto dolor tenemos las mujeres y es objeto de jueces, ministerios públicos y redes corruptas que apoyan a agresores para realizar estas acciones inhumanas. Si ven a un hombre sólo con sus hijas e hijos, sospechen, dijo una.
Otra de las víctimas, dijo que su agresor era un supuesto doctor sin cédula que operaba en Acapulco, sede del evento.
La reconocida empresaria y líder de la sociedad civil al oír el nombre de este agresor alzó la voz y dijo: “yo lo conozco, trabaja en El Cano, y acordamos sumarnos porque lo queremos fuera, no es justo que esté como si nada, pasando por el dolor de una madre”.
Ahí estábamos todas, sin diferencias políticas, sin vanidades ni competencias estériles, mostrando cómo sí podemos ponemos de acuerdo, y si caminamos unidas no hay quién nos pare, y pensé, esto es una bomba de tiempo, aquí está la verdadera fuerza política, aquí estamos juntas y es fuerte. El capital humano, la manera de convivir en respeto, fue admirable.
Avizoro que si seguimos así, llevaremos a más mujeres al frente y entonces no habrá marcha atrás. Y la política tendrá otro rostro. Lo escribo convencida, emocionada, porque lo que vi es una señal muy grande.
Al tiempo.