Justicia laboral de la 4T, para todos los trabajadores de gasolineras
Clemente Martínez Rendón
“El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer”
Óscar Wilde
“En otoño de 1906, uno de los empleados superiores de La Hormiga persuadía a los obreros a que solicitaran aumento de salario o disminución de la jornada de trabajo; fue cesado por esa causa. Antes de abandonar la fábrica pidió despedirse de sus compañeros, y aprovechó la ocasión para incitar a que declararan la huelga y pidieran su reposición”, (fragmento tomado de la Huelga de Río Blanco, de Moisés González Navarro); es decir, se organizaron.
La huelga en la mina de Cananea, Sonora, estalló en los albores de junio de 1906, fue el primer conflicto obrero-patronal importante de aquella época, que se ha convertido en un símbolo de libertad laboral hasta nuestros días, los mineros protestaban por los bajos salarios, pedían reducción de horas de trabajo, su horario de jornada diaria era la de 4:30 am a 21:00 pm, es decir, 17:30 horas, y que hubiera un día de descanso a la semana.
Esto sin contar otras injusticias que se daban en las tiendas de raya que ponían afuera de los centros de trabajos, todo esto detonó que los trabajadores cayeran en el hartazgo de los patrones, y decidieron organizarse, y algunos mineros incluso pagaron con su vida la defensa de sus derechos laborales, ¿pero, qué ha cambiado hasta nuestros días?
Aclaro que hoy toco el tema de los despachadores de las gasolineras (ellos ayudan con su trabajo a mover a México), las violaciones laborales pueden darse en otros tipos de negocios diferentes, es de todos conocidos que a veces en las redes sociales se han viralizado algunos casos de esclavismo laboral en diferentes partes de México.
El que escribe, hace un par de días tuvo un percance en una gasolinera, con la llegada de AMLO a la presidencia, comenzó a realizar verificaciones en esos negocios y los comenzó a meter en cintura, y algunas han sido multadas, clausuradas o amenazadas con perder el permiso federal que les otorga Pemex. Le dije a la despachadora: “oiga, no pagaré hasta que me aclare este problema”; me dijo la trabajadora: “oiga, no, por favor, porque me lo van a descontar a mí”. Hablé con la contadora del lugar y me confirmó de manera contumaz: “no se preocupe, lo paga quien le despachó”, me quedé en shock. Pero si ella no es la dueña del negocio repliqué, ya no quiso escucharme, regresé y me marché. Es broma, pagué el consumo y le pregunté a la señora: “¿por qué aceptan esto?”, “no hay de otra”, contestó. Reflexioné, ¿Y la justicia laboral de la 4T? ¿qué pasó con el cambio? Aún no llega.
Conclusiones:
PRIMERA. Comencé escribiendo el presente artículo, con un fragmento de un libro de Moisés González Navarro a modo de reflexión, hay que recordar que México está viviendo un cambio, que los despachadores de las gasolineras deben aprovechar y organizarse de manera pacífica y constituirse como un sindicato en su ramo, esto con la finalidad de exigir el respeto a sus derechos laborales.
SEGUNDA. Hay que recordar, queridos lectores, que antes nos vendían gasolina cara, robada y litros incompletos, ya nuestro Presidente puso un orden en las gasolineras, ahora falta proteger los derechos laborales de los despachadores, ya que desde hace 106 años, en Cananea, nuestros hermanos jornaleros comenzaron el movimiento, que hasta el día de hoy no ha parado.
TERCERA. Los dueños de las estaciones de gasolina tienen una concesión federal para poder comercializar los hidrocarburos, por ende, le corresponde a la Federación –Secretaría de Trabajo federal e IMSS– tomar cartas en el asunto; ojalá y nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador voltee a ver a estos concesionarios (hay honrosas excepciones, dijera AMLO) que en muchas ocasiones no respetan los derechos laborales de sus trabajadores. Finalizo diciendo que se tienen que organizar, es ahora o nunca, ¡no más injusticias a los despachadores!
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