Sergio Lugo

El subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, recientemente dio a conocer un informe sobre la tragedia de Iguala, ocurrida el 26 de septiembre de 2014. Tajantemente considera que fue un “crimen de Estado”, con varios políticos que fraguaron la “verdad histórica”.

El primer detenido es Murillo Karam, el ex procurador de la República, cuyo segundo apellido es libanés. Se supone que él junto con otros políticos se reunieron en Iguala, para armar e inventar dicha verdad, para encubrir a altos funcionarios.

Todos nos preguntamos: ¿Quién le dio la orden a Murillo Karam? La respuesta pública es: Enrique Peña Nieto, simplemente porque era el presidente de México, y el jefe de las Fuerzas Armadas. Entonces, la gente también se cuestiona: ¿hasta dónde estuvo involucrado el general Cienfuegos? Él era el secretario de la Defensa Nacional.

Igualmente, se ha mencionado bastante a Omar Hamid García Harfuch, quien en el gobierno del panista Felipe Calderón, ingresó a la Policía Federal Preventiva, señalada por corrupta y sus nexos con el narco.

Con el gobierno del priísta Enrique Peña Nieto fue comisionado en la Agencia de Investigación Criminal, de la Fiscalía General de la República (antes PGR). Cargo que había ocupado Tomás Zerón de Lucio, quien ya se comprobó que torturó a varias personas para culparlas sobre el caso de Ayotzinapa. Hoy Zerón está escondido en Israel, cuyo gobierno sionista se niega a extraditarlo a México.

Se dice que cuando ocurrió la tragedia de Iguala, en 2014, García Harfuch era comisionado de la Policía Federal en Guerrero, cosa que él lo ha negado.

Lo que sí es un hecho comprobado, es que su abuelo fue el general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional con el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, cuando en 1968 el mandatario ordenó asesinar a cientos de estudiantes, principalmente en Tlatelolco.

Connotados intelectuales como Carlos Montemayor, señalaron la participación del Ejército durante la guerra sucia en Guerrero, para asesinar a los simpatizantes de las guerrillas de Lucio Cabañas y de Genaro Vázquez.

El padre de García Harfuch, fue Javier García Paniagua, senador del PRI de 1970 a 1976, en el sexenio de Luis Echeverría, quien envió a cientos de soldados a la Sierra de Guerrero. En 1976, fue titular de la Dirección Federal de Seguridad, institución que se encargaba del espionaje político a militantes de izquierda, y que se dedicaba a torturar a luchadores sociales.

En 1981, fue presidente nacional del PRI, el partido de los gobiernos represores en México, caracterizado por fraudes electorales. Pensó que López Portillo le daría el “dedazo” presidencial, pero este se inclinó por De la Madrid. En esa época estaba el “Negro” Durazo, corrupto que mandó edificar el “Partenón”, en Zihuatanejo, y que ahora será un centro cultural, gracias al gobierno estatal.

Iguala es como un entronque para el trasiego de drogas en la región Norte, de ahí se puede ir hacia la capital, Chilpancingo; o para la Tierra Caliente, hacia Teloloapan, y después bajar. Pero también se puede ir a Huitzuco, tierra de los Figueroa; Rubén, el padre era compadre de Echeverría, fue secuestrado por Lucio Cabañas. El hijo, acusado por la matanza de Aguas Blancas.

A Iguala se puede llegar por Taxco, centro turístico que se conecta con Morelos, y éste con la CDMX. Iguala es la cabecera del distrito II federal. Tiene una importancia política y estratégica.

Abarca financió a muchos políticos del PRD cercanos a “Los Chuchos”. A él se le imputa el asesinato de Justino Carvajal Salgado, entonces uno de los dos síndicos. Así como de Arturo Hernández Cardona, líder perredista.

Sí la Unidad de Inteligencia Financiera, de Pablo Gómez, investigara las cuentas bancarias de Abarca, se darían cuenta a quiénes les llegó su dinero y despensas. Basta ver los periódicos de aquella época, para comprobar quiénes eran sus amigos políticos. Uno de ellos vive en Iguala, otro trató de ser senador. Ambos denostaron a López Obrador.