Inframundo
Sergio Lugo
El próximo 1 y 2 de noviembre se conmemora en México el “Día de muertos”, para los niños y los adultos. En varias partes de nuestro país habrá celebraciones, por ejemplo, en Campeche realizarán un festival de cine, y en la Ciudad de México, habrá desfiles.
De origen prehispánico, aunque después la Iglesia católica se lo apropió para evangelizar a los indígenas. Por esa razón, vemos que en los altares a los difuntos, ahora hay símbolos católicos, cuando en realidad las auténticas ofrendas se hacían en el suelo, con flores.
La película Macario, de Roberto Gavaldón, filmada en mi pueblo, está basada en el texto homónimo de B. Traven. Para mí, la cinta está mejor que el libro, porque refleja el día de muertos de Taxco, y gracias a las imágenes de Gabriel Figueroa, podemos oler los dulces y demás comida que se ponen en su mercado y sus calles (se conserva aún esa tradición), así como sentir a las calaveritas que bailan.
Y, sobre todo, cuando el indígena Macario dialoga con la muerte, el escenario son las Grutas de Cacahuamilpa, que están iluminadas por velas, la muerte le va explicando que cada una representa una vida del ser humano, cuando la toca se apaga, y muere. Desde hace unos años, en el zócalo taxqueño, se colocan catrinas con flores de Cempohualxochitl.
Hablando de cine, en Campeche capital, se va a celebrar el festival internacional, del 1 al 4 de noviembre, aprovechando “Día de muertos”, se presentarán cortos y largometrajes de varios países, tendrán invitados como María Novaro, directora del IMCINE del gobierno federal, dirigió estupendas películas como Danzón. El programa en www.rutamayafilmfest.com
Allá podrán ver el documental Jats´uts Meyah, Bacila Tzec Uc, sobre la última partera de una comunidad maya, y su importancia ante la sociedad.
Por cierto, para los Mayas, la entrada del inframundo o “Xibalbá” se encontraba en los cenotes, que abundan en toda la península de Yucatán. He visitado el “Cenote Maya Park”, cerca de Valladolid, que es de los más grandes en cuanto a su diámetro. Y el que está adentro de Chichen Itzá, con una carga de energía ancestral.
Para los Mexicas, había diferentes inframundos: “Tlalocan”: Ahí llegaban los que fallecían ahogados; los niños sacrificados a Tlaloc (deidad del agua), o muertos por un rayo. “Omeyacan”: Donde residía el sol, ahí llegaban los guerreros muertos en combate, los prisioneros sacrificados, o las mujeres que morían en el parto. “Chichihuacuauhco”: Ahí moraban los niños, donde había un árbol y le amamantaban su leche. Y “Mictlan”: Ahí llegaban los que fenecían de muerte natural, con la ayuda de perritos (recomiendo el corto Por eso en Mixquic hay tantos perros).
En Mixquic, el día de muertos, su panteón se llena de Cempohualxochitl (en Nahuatl: veinte flores) para guiar el camino a los muertos. Recomiendo el libro de Manuel Garcés: Día de muertos en Milpa Alta, costumbre viva hasta que la muerte nos alcance; en su natal Tecomitl, prenden fogatas afuera de sus casas para esperar a sus difuntos.
En las chinampas del lago de Xochimilco, hacen espectáculos sobre La Llorona y mitos prehispánicos, que se disfrutan desde las trajineras. Su cartelera en www.xochimilco.cdmx.gob.mx. Y el gobierno de la Ciudad de México, por medio de su Secretaría de Cultura, realizará ofrenda en el Zócalo, desfile de muertos y una procesión comunitaria. El programa en www.cultura.cdmx.gob.mx
El soviético Sergei Eisenstein capturó nuestra costumbre de comernos a nuestros muertos en su documental Que viva México. Y Octavio Paz sentenció: “Para el habitante de Nueva York… la muerte… quema los labios… El mexicano, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella…”.