Por más de 4 horas, celebran en Zitlala su ancestral Pelea de Xochimilcas
A puño limpio, buscan purificar sus almas, sus pecados y sus rencillas
Dassaev Téllez
Durante más de cuatro horas de combates a puño limpio y con la finalidad de purificar sus almas, cada año en martes de Carnaval, habitantes de Zitlala celebran su ancestral tradición de la Pelea de Xochimilcas.
Como cada año, los hombres del pueblo usan el traje típico de la mujer nahua, con el fin de recordar y representar la lucha que sus ancestros tuvieron, en la época previa a la colonización, contra el pueblo de los xochimilcas, que era un grupo que estaba catalogado como de maleantes, violadores, ladrones y saqueadores.
Fue el hartazgo y enojo de ser un pueblo azotado por la violencia, nada alejado a la actualidad, que hizo que los hombres nahuas de esa época, se armaran de valor y generaran una estrategia de defensa de su pueblo, por lo que optaron por vestirse de mujeres y golpear a quienes los tenían sometidos.
En la actualidad, después de la invasión y colonización española, se desconoce la fecha exacta en que se llevo a cabo esta pelea, pero luego de la cristianización y evangelización de los pueblos, fue que esta tradición de recordar la defensa de su pueblo pasó a celebrarse el martes de Carnaval, es decir, un día antes del miércoles de Ceniza de cada año, por lo que es el calendario religioso el que le da una fecha a esta festividad.
Ahora, los pobladores que en su mayoría aun hablan su lengua madre, además del español, explican que el celebrar esta batalla, “no es solo para recordar como nuestros antepasados se defendieron del crimen de sus tiempos, pero ahora es para limpiar nuestras almas, nuestros pecados y para perdonar”.
Señalan que la idea de pelear dentro de esta festividad, es para poder borrar los problemas o pleitos que tengas con alguien, que incluso puede ser de tu familia, “así decimos que ahí muere, que ahí queda, que ya el problema se acabó, eso en caso de que nos hayamos peleado con alguien en el año, sino es solo para pedirle a dios, perdón por nuestros pecados”.
Lamentan que actualmente “los jóvenes ya no lo hacen como lo hacían nuestros padres y abuelos, es un orgullo que no se deje perder la tradición, pero no se debe de perder su esencia, ahora muchos solo lo hacen para demostrar quien es más fuerte o más bueno con los chingadazos, hay unos que vienen de fuera, pero son personas que se dedican o entrenan box, nos dan en la madre. Pero así es esto, así es nuestra tradición, es nuestra herencia”.
Es hasta casi las 4 de la tarde que los dos bandos, formados por el barrio de San Francisco Tlaltempanapa y por el barrio de la Cabecera y San Mateo (estos dos forman un solo equipo), comienzan a arribar, vestidos con las faldas de las mujeres, bailando, las caras tapadas con paliacates y con las manos vendadas, al centro de la localidad para enfrentarse en combates de uno a uno contra sus rivales.
Con edades que van desde los 8 hasta los 60 años, en su mayoría o totalidad hombres, van entrando al área que está cubierta con malla y agarrarse a golpes.
Es importante señalar que todos los combates empiezan con un apretón de manos y terminan de la misma manera, hasta que uno de los dos diga que es suficiente.