Los silleros: un barrio en el centro de Tecpan donde arman las tradicionales sillas de madera
Decrece la industria maderera que en los 70 y 80 fue tan popular en la zona
Rodolfo Valadez
En la cabecera municipal de Tecpan existe una zona en la colonia Francisco I. Madero, conocida como el barrio de Los Silleros. El lugar es llamado así porque durante los años 70 y 80 destacó la fabricación de sillas y mecedoras de madera, convirtiéndose en una industria importante para los vecinos; misma que sucumbió poco a poco por la llegada de los muebles de plástico y otros materiales sintéticos al paso de los años.
En una vivienda de ese lugar habita Florentino Gómez Galeana, de 67 años de edad, quien ha dedicado 45 años de su vida a la carpintería. Fue parte de la época dorada que dio nombre a la barriada.
Según cuenta, en ese lugar llegaron a haber más de 30 talleres donde se fabricaban sillas de madera techadas con cuaite, material que se obtiene de una planta que en aquellos años existía solamente en el área de la comunidad de Coatán, en la parte media de la Sierra de Tecpan, y que lo mismo se usaba para tachar las sillas, como las mecedoras.
La producción llegó a ser en promedio de 200 sillas a la semana, mismas que los silleros enviaban tanto a Chilpancingo, Acapulco, Lázaro Cárdenas, Zihuatanejo o Iguala, como a otras ciudades del país y Estados Unidos, contó el carpintero.
Fueron años de mucha prosperidad para quienes vivían en el barrio, pues casi 90 por ciento de los vecinos trabajaban o eran dueños de talleres, como la familia Rosas que instaló varias carpinterías en la zona; una prosperidad que duró más de 20 años, recordó.
Sin embargo, cuando los materiales sintéticos llegaron al mercado, las cosas cambiaron radicalmente para los fabricantes: los productos de plástico desplazaron al cuaite y las sillas de polietileno a la madera, de tal forma que la fabricación y venta de los muebles típicos disminuyó paulatinamente hasta casi extinguirse, lamentó Gómez Galeana.
Abundó que la situación llegó a ser tan adversa que la mayoría de los talleres cerraron sus puertas y de los que sobrevivieron, en muchos se trabajó poco tiempo, por lo que cientos de personas se fueron quedando sin empleo. Don Florentino Gómez es dueño de uno de los pocos talleres que quedan en el barrio de Los Silleros, en el que, irónicamente, no se hacen ni se venden sillas actualmente. Solamente el nombre sobrevive.
En la entrevista, dijo estar seguro de que si el gobierno federal y estatal apoyaran a los carpinteros del barrio, éste renacería y podría ser de nueva cuenta una importante fuente de empleo para los colonos, pues aún los que trabajaron en esa época que pueden enseñar a los jóvenes el oficio, “todo es cuestión de organizarse de nuevo, pero con el apoyo de las autoridades”, asentó.