Sergio Lugo

En mayo inician los rituales de petición de lluvia en diversas partes de México, al mismo tiempo, se celebra el Día de la Cruz Cristiana, el 3 de ese mes; es una muestra de sincretismo, pues tiene reminiscencias de los españoles católicos, para imponernos su religión.

Los indígenas iniciaban sus rituales primero, dirigiéndose a los cuatro puntos cardinales y el centro que sería otro punto. Los mexicas lo tenían bien definido. Pero cuando llegaron los españoles, cambiaron eso por una cruz, que también tiene cuatro puntos, donde supuestamente murió Jesús.

También los peninsulares les cambiaron el nombre a nuestras deidades, por ejemplo, la del agua, que para los mexicas era Tláloc; o para los mayas, que es Cháak, los españoles dijeron que se llamaría San Isidro Labrador. Los europeos nunca pudieron destruir nuestras tradiciones, así que fue una forma suave de imponer su religión.

Hace años tuve la fortuna de ir a Acatlán, Chilapa, donde realizan su petición de lluvia, subí el cerro de Cruzco (sincretismo en el nombre), me dijeron que tenía que dejar velas como ofrenda durante el camino, donde colocaban cruces con flores. Tardé cuatro horas en llegar a la cúspide, fue maravilloso.

Recomiendo el documental Atltzatzilistli, del indígena José Luis Matías, para ejemplificar mi anécdota. Ahí los hombres se visten de jaguar (es un error decir “tigres”, eso fue una confusión creada por los españoles) el animal sagrado prehispánico, se golpean para simular los truenos y que venga la lluvia. En Mesoamérica habitaban los jaguares con manchas negras. En cambio, los tigres tienen rayas.

Matías me explicaba que en la época de los mexicas, ahí en una piedra sagrada, en ese cerro, sacrificaban a una mujer; ahora matan a muchas gallinas y las dan de comer a todos, en comunidad. Ahí colocan velas, y rezan.

Los Cotlatlastin, danzantes que giran un tronco, y le cantan al viento (Ehécatl para los mexicas) en varias partes del cerro, son muy ágiles. El cerro y el maíz tienen una connotación sagrada de madre.

Y por lo que entendí, lo que realizan después en Zitlala al golpearse, lo hacían en la época también de los mexicas, pero como un ritual para irse a la guerra y ofrecer su sangre (no solo para la petición de lluvia). Habrá que investigar la relación de Tenochtitlan, con los indígenas de La Montaña baja.

Los mexicas eran guerreros, tenían en su Templo Mayor a Tláloc y a Huitzilopochtli, a quienes les ofrendaban comida, pero también humanos que eran sacrificados. La mayoría eran prisioneros, varios de ellos tlaxcaltecas.

Ellos no mataban por placer, sino para mantener vivos al Sol y a los astros. En eso consisten los juegos de pelota en Mesoamérica. Los españoles mataban para imponer su cruz y saquear tesoros.

Los mayas también ofrecían sacrificios a los astros, se sacaban sangre de la lengua o genitales, y la vertían en un papel especial que era quemado y depositado en incensiarios, que son bellos por su estética. Ayunaban, y mediante rituales, se comunicaban con las deidades.

Recomiendo el documental El ritual maya a el dios de la lluvia Cha´a Cháak; donde explican que los indígenas orignarios de Yucatán extraen agua de los cenotes sagrados (les piden permiso, mediante pozol con miel), y ofrecen panes de maíz, gallinas, e incienso a esa deidad, para obtener buenas cosechas.

Emilio Vázquez es uno de los creadores del “ajedrez maya”, el cual consiste en mover figuras geométricas. Platicando con él, comprendí la forma de ver de los indígenas mayas: todo son matemáticas, donde pisamos y donde miramos, son varias dimensiones; eso se debería enseñar en las escuelas. Lamentablemente, los españoles católicos todo lo ven plano y cuadrado con su cruz.