El orgullo LGBT+
Mayra Martínez Pineda
Es la primera vez que escribo sobre un tema que me es tan cotidiano como mi propia vida, porque es relativo a las mejores personas que la vida me ha dado, y dedico estas letras a mis mejores amistades, a la gente más hermosa y empática que he tenido a mi alrededor, que son de la comunidad LGBT+.
Empecé este artículo mientras recorría el lugar donde vivo; hoy bajé de mi auto y de lejos pude ver a un par de jóvenes que tomados de la mano se expresaban amor con un beso en la calle y nadie se alarmó por ser del mismo sexo, pensé con alegría: ¡algo se está haciendo bien! El respeto, la inclusión y por fin la eliminación de todas las formas de discriminación y de violencia están cediendo ante un mundo cada vez más humanista. También pensé en las más de 453 personas asesinadas por odio en los últimos 5 años, y de las cuales las mujeres trans han sido la mayoría en la estadística que revela el observatorio de la organización civil Letra S en México, al igual que los feminicidios, son sólo fríos números en carpetas de investigación y en impunidad.
Pese a ello, la comunidad va fuerte, se han empoderado y han encendido las alertas en todos los espacios, lo cual no es más que contribuir a la igualdad y a la verdadera justicia social.
Hubo una época en que todo era oscuridad para quienes sentían diferente a lo que se consideraba “natural”, erróneamente, pese a que desde inicios de la humanidad han existido, tenían que esconderse, el precio era doloroso y alto, no sólo era la burla, el desmérito familiar, sino los abusos sexuales de miembros hasta de la propia familia, y la muerte. En las calles y centros de trabajo, el menosprecio, y llegó a ser tal la crueldad, que hay datos históricos de que durante el Porfiriato, en Lecumberri había un ala con la letra J, junto a criminales, donde recluían a las personas que tenían faltas a la moral, para practicarles los castigos más crueles o la muerte. Por ello el infame peyorativo de jotos o jotas.
Una preferencia sexual no es condición o estigma, no debe nadie tener poder sobre nadie para obstaculizar sus derechos humanos, aún hay ignorantes que buscan su bandera como estandarte político y yo no les creo, porque es justo lo que hay que combatir, crear mercaderes de una causa que ha sido tan cruel y dolorosa que está llena de odios y de bajezas contra quienes se han tenido que organizar en una gran y cada vez más fuerte comunidad. Por ello es justo que marchen y brillen con los colores de lo más hermoso que nos ha regalado la naturaleza que es el arcoíris. La bandera del arcoiris fue creada en San Francisco por el artista y activista Gilbert Baker hace más de 40 años, fue un encargo de Harvey Milk, el primer hombre abiertamente homosexual en ser elegido para un cargo público en Estados Unidos, a Gilbert Baker, un artista y ex soldado que trabajaba como drag queen. Así lo relata el blog Abc.es; y me parece fascinante y de tanta esperanza esta bandera que simboliza la diversidad, que ahora los miles de lugares que la enarbolan no sólo por marketing, sino por empatía, me devuelven la fe en la humanidad.
Una preferencia sexual no te hará mejor ni peor persona, no es delito ni una enfermedad; el propio Papa Francisco ha condenado como injustas las leyes que así lo califican, la homosexualidad no es un delito, ha dicho, y con esas sencillas palabras rompió con años de odio propinados por las iglesias y religiones.
También ahí se debe romper el pacto patriarcal, porque el origen es el mismo, un machismo que mata.
Dedico estas líneas a mis mejores amistades, a Vlady que es mi confidente y principal apoyo en todas las etapas de mi vida, que diseñó mi imagen de mujer empoderada y ha sido quien ha limpiado mis lágrimas en los momentos más duros. A mi Filipo Ayala, el más talentoso diseñador gráfico, a Rubén Aguirre que con un vestido largo y un peinado alto me hizo creer en mí misma desde niña y fue el primero en creer en mí y mira hasta dónde hemos llegado y nos falta. A Saskia Niño De Rivera que me hizo fuerte con su ejemplo de vida, y que como ella dice: “nadie debería tener que salir de un clóset”; a Mar que movió al mundo con la fuerza de su inteligencia y de su corazón y me abrió la puerta de la primera periódica, a Igor Petit que es un líder en la comunidad y en los medios y brilla siempre; Paco Gaona que es mi inspiración y la está rompiendo en las pasarelas más importantes del mundo. La Zully que formó las colectivas en Guerrero y es un ser de puro amor, a Rosa Pastel en Tierra Caliente, a Ranferi Echeverría y Cristo Gerson, los mejores bailarines del mundo, a mi entusiasta Toño Romero, a mis queridos Fer García, Santy Salgado, Eduardo Martínez, profesor Chucho Martínez, personas con trayectorias increíbles y que además sostienen economías y pagan impuestos, dan empleos y hacen más que muchos.
Especialmente, traigo a la memoria a aquel niño en mi vecindario, que robaba mis zapatillas para probárselas frente al espejo, escondido de su madre y padre, por miedo a sus golpes, y que sabe que puede confiar siempre en mí, hasta que decida ser libre.
Todas las personas, heteras o no, guardamos un amor imposible, alguna vez cargamos las miradas del oprobio y sufrimos el señalamiento hostil de una sociedad inmune al amor al prójimo y verdaderamente perversa.