Ángela Rosas sigue techando sillas en Tecpan como cuando dominó el oficio a los 20 años
Lamenta que actualmente los jóvenes ya no quieran aprender ese oficio
Rodolfo Valadez
A sus 68 años, Ángela Rosas Arroyo techa una silla con el mismo entusiasmo y dinamismo que cuando tenía 20. Es una de las pocas personas que en Tecpan se dedican a techar sillas con hilos de plástico, una actividad que en los últimos 30 años va en decadencia en la cabecera municipal.
A pesar que décadas atrás el oficio fue muy popular y había techadores prácticamente en cada esquina, hoy se cuentan con los dedos. La llegada de muebles sintéticos y de materiales desechables desplazaron a las sillas y sillones metálicos que fueron tan populares en la segunda mitad del siglo pasado, y con ello la gente dejó de contratar a quienes techaban, contó la mujer.
Consultada mientras techaba una silla de las llamadas satélite en el corredor de su casa, ubicada en la calle Chihuahua de la colonia Francisco I. Madero, en el corazón de la cabecera municipal de Tecpan, relató que ella aprendió el oficio cuando tenía 12 años de edad de un tío suyo, y que una vez que dominó la técnica optó por trasladarse a las comunidades a ofrecer su trabajo.
Dijo que cuando tenía 20 años llegó a techar hasta 21 sillas en un día, porque la demanda de trabajo era mucha. Hoy solamente techa dos o tres sillas al día. Sin embargo, la labor la realiza con el mismo entusiasmo y dinamismo que cuando tenía 21 años de edad, aunque su estado físico disminuyó por el paso del tiempo.
Contó que el oficio lo aprendió de un tío de ella cuando tenía 12 años y desde entonces se dedicó a recorrer las comunidades del municipio para ofrecer sus servicios como reparadora de sillas y sillones. Al principio, recordó, el material con el que se techaban los muebles era el cuaite, pero paulatinamente ese material fue desapareciendo para dar paso a los materiales sintéticos como el plástico, hasta que finalmente se quedaron como los más usados.
Por más de 50 años, la mujer ha visitado, asegura, no sólo todos los pueblos de Tecpan, sino también los de otros municipios como Zihuatanejo, Petatlán, Atoyac y Benito Juárez, en los que ganó fama como una de las mejores en lo que hace.
Lamentó que a pesar de que se trata de una actividad que le deja muy buenas ganancias económicas, a pesar de que el trabajo se redujo sustancialmente, muy pocos jóvenes quieren aprender la técnica y dedicarse a ello, “muchos por flojera, otros por desinterés, pero la verdad creo que es preferible hacer este trabajo a dedicar jornadas de trabajo bajo el rayo del Sol, pero eso los adolescentes no lo valoran y se rehúsan a aprender la labor”, apuntó.
A sus 68 años, Ángela Rosas asegura que continuará con esa actividad el tiempo que Dios le dé fuerzas, pues asegura que aún tiene la energía para continuar.