Kurt Cobain, Salinas Pliego, AMLO y la violencia digital de género
Ginés Sánchez
Las instituciones “democráticas”, esas que cuentan con autoridad electoral, se suman a las voces de algunos intelectualoides en cuánto a una absurda sanción para el presidente Andrés Manuel López Obrador, por una falsa y fantasiosa violencia de género hacia una servidora pública corrupta y, hay que decirlo, lépera; que milita en las filas del conservadurismo; comunicadores y pseudo intelectuales, que en su vida tuvieron, una buena mayoría de ellos, un peso al nacer y crecer, y de pronto se vieron con caudales en sus narices, cómo un pirata sucio y borracho qué se encuentra con un tesoro, y que de un momento a otro gozaban de privilegios que ni en sueños jamás tendrían.
¿A qué costo?, El de callar ante las injusticias y los latrocinios de una oligarquía totalmente desubicada y desbocada como la mexicana; “pinche”, como se dice coloquialmente, (como bien la definió Paco Ignacio Taibo II), y ensalzar cualidades y virtudes inexistentes de los mismos personajes.
La oligarquía neoliberal en México está viva, no porque el presidente López Obrador no le haya puesto límites, sino que, a través de la toma gradual del Estado, se vieron de pronto cómo los dueños del país, o cuándo menos eso llegaron a pensar, y algunos aún están convencidos; no bastaron los procesos penales, por ejemplo, al abogado qué les manejaba los dineros sucios a muchos funcionarios saqueadores y sus socios magnates, Juan Collado; ni el de Emilio Lozoya Austin, el ahijado del mismísimo Carlos Salinas.
Tampoco el cobro multimillonario de impuestos ilegalmente condonados por anteriores administraciones a magnates que ya no conocían el concepto de Estado de Derecho, y a las infanterías diminutas que con la pluma y el micrófono todavía defienden lo indefendible, y es que, súbitamente, se les esfumaron las migajas que toda esta élite les arrojaba al suelo.
Bien sentenció el desaparecido rockero estadounidense Kurt Cobain: “la diferencia de estar en la cima, en esta vida, o hasta abajo, es el número de personas que te lame el trasero”.
Esto aplica, quizás como en pocos países, a México, baste un ejemplo:
Para violencia de género, la que el magnate Salinas Pliego propina a diario, a la senadora Citlali Hernández, sobajándola un día si y el otro también, ante millones de usuarios de Internet.
¿Eso puede ser un buen ejemplo que abone a la disminución del demencial clima de violencia qué vive el país? Imposible.
¿Y las autoridades qué regulan todo este tipo de conductas?, es decir, se supone que sobran los “organismos autónomos” y demás burocracia dorada, poco útil, supuestamente dedicada a todo esos temas, que no ha tocado ni lo hará ni con el pétalo de una rosa a mencionado Salinas Pliego, por el simple hecho de ser millonario.
¿Creerán dichos burócratas qué ese hombre les beneficiará con algo a cambio? O sea, qué se den de santos y agradezcan que no tiene la oportunidad de robarles, que de tenerla (y su trayectoria no deja lugar a duda), lo haría sin chistar.
Pobres élites y pseudo élites mexicanas, teniendo que pasar la vida lamiendo traseros, esperando beneficios que ya nunca les llegarán.