La verdad laboral del Tren Maya
Napoleón Gómez Urrutia
El 7 de septiembre, los resultados de la encuesta nacional mostraron la voluntad general del pueblo mexicano de que Claudia Sheinbaum fuera la coordinadora de los Comités por la Defensa de la Cuarta Transformación. En ese contexto, es importante entender que, si bien estamos en un periodo de transición donde se ajustará el proyecto de nación al que suscribimos hace cinco años, los cambios sólo serán posibles en unidad; por tanto, la continuidad, culminación y fortalecimiento de los proyectos de la administración actual son sumamente relevantes.
Uno de los proyectos más emblemáticos es el Tren Maya, que abarca mil 460 kilómetros y será inaugurado en diciembre de este año. A lo largo y ancho de los estados de la República que atraviesa, las y los habitantes muestran su apoyo, pues saben que les beneficiará, trayendo crecimiento económico, turístico, cultural y mayor accesibilidad de transporte. Sin embargo, la visión para esta ruta de transporte y conexión no sólo es cumplir con este objetivo pragmáticamente, sino crear vagones y dinámicas que hagan de este viaje una experiencia única que verdaderamente refleje nuestra riqueza nacional.
Las proyecciones para el Tren Maya sólo serán posibles a través de la labor incansable, dedicada y eficiente de mis compañeros miembros del Sindicato Nacional Minero que me honro en presidir, las y los mineros de la Sección 200 en Ciudad Sahagún, Hidalgo. Este lugar, desde la década de 1940, desempeñó un papel crucial en el desarrollo industrial y ferroviario de México, siendo una parte integral de nuestra economía e infraestructura de transporte durante décadas. Hoy, vuelve a brillar por la importante tarea en la fabricación de los trenes y locomotoras que se le confía a la experiencia y calidad de los trabajadores mineros.
Hace algunas semanas escribía en este espacio sobre la necesidad de un mayor reconocimiento a las manos que posibilitan la creación de los vagones que conforman al tren. Ahora, frente a la coyuntura política y electoral que atravesamos, dicha necesidad se acentúa porque no debemos retroceder en ningún terreno ganado. Por el contrario: debemos buscar ampliar las bondades que ha traído la transformación al país y avanzar para garantizar una prosperidad compartida que nos favorezca a todos. La ausencia de discursos y mensajes que reivindiquen el protagonismo de las y los trabajadores en este magno proyecto es un indicador claro de una falta de reconocimiento apropiado.
¿De dónde viene esta carencia? En principio, nuestra sociedad sufre de una influencia desproporcionada en la narrativa pública por parte de algunas élites y grandes corporaciones que lleva a una subvaloración de los trabajadores y sus derechos en favor de los intereses de aquellos con más poder. Precisamente, estas declaraciones estigmatizan ciertas ocupaciones o sectores, considerándolos menos prestigiosos o importantes; consecuentemente, se menosprecia la contribución de los trabajadores en estos campos, a pesar de que desempeñan roles fundamentales. En ocasiones, las personas pueden no estar plenamente conscientes de la importancia del trabajo que realizan otros por falta de educación o de exposición a diferentes sectores laborales; dicha falta de comprensión sobre la interconexión de las diversas partes de una economía puede llevar a no reconocer la contribución de las y los trabajadores.
En México, la reivindicación de la clase trabajadora en el discurso social y político es esencial por varias razones fundamentales. En primer lugar, porque es una realidad que el sector laboral representa la columna vertebral de la economía del país. Son los obreros, mineros, empleados, agricultores y trabajadores de diversos sectores quienes impulsan la producción y contribuyen directamente al crecimiento económico. En el caso del Tren Maya, las y los trabajadores hidalguenses ponen todo su empeño para producir vagones de las más alta calidad y modernidad, en beneficio de todos. Reconocer su labor y luchar por sus derechos es una muestra de respeto hacia aquellos que día a día sostienen la nación.
Además, la desigualdad socioeconómica ha sido una preocupación persistente en México. Revalorar a la clase trabajadora es una forma de abordar y reducir esta brecha y promover la justicia social. Al garantizar salarios dignos, condiciones laborales seguras, acceso a servicios de salud y educación de calidad, se crea un entorno más equitativo que beneficia a toda la sociedad. Por otro lado, la participación activa de los trabajadores en la vida política es esencial para una democracia auténtica. Al promover sus derechos y darles voz en la toma de decisiones, se fortalece la representación democrática y se evita que los intereses de unos pocos prevalezcan sobre los de la mayoría. La inclusión de la lucha por la justicia social en el discurso político fomenta una sociedad más plural y justa.
Cuando las y los trabajadores se sienten valorados y respetados, es más probable que estén satisfechos con su trabajo y esto contribuye a la estabilidad social y a un ambiente propicio para la inversión, la productividad y el desarrollo económico. En el proceso de registro y documentación del Tren Maya no debemos olvidar ni omitir los testimonios de quienes trabajan para hacerlo realidad. Esta es una oportunidad para cambiar la narrativa sociopolítica alrededor de la fuerza laboral.
La prosperidad compartida tiene diversas aristas, no es sólo un asunto económico. En ese contexto, comprender el papel de las y los trabajadores en el Tren Maya, y en los procesos productivos, es entender hasta qué punto las y los mexicanos que no se dedican a labores políticas están involucrados, cotidianamente, en el avance del proyecto de transformación que vivimos. Por tanto, el vuelco narrativo que debemos buscar es hacia los verdaderos protagonistas: las y los trabajadores mexicanos que nos darán un Tren Maya completamente mexicano, que hace gala de nuestra calidad productiva y visión progresista y moderna.
Seguiremos trabajando en coordinación y unidad para garantizar que toda la clase trabajadora mexicana goce de los derechos y oportunidades para forjar una cultura laboral digna. Todavía tenemos muchos desafíos, entre ellos una agenda laboral integral con miras al siguiente sexenio, pero vamos por buen camino, cada vez más trabajadores reciben el reconocimiento que merecen; y cada vez más mexicanas y mexicanos se suman para alzar la voz y luchar por sus derechos en pro de un mejor futuro.