Guerrero quiere otro u otra como AMLO
Isidro Bautista Soriano
El tema de la violencia podría ser, sin lugar a dudas, la bandera determinante para ganar la elección del 2024, como la ganó Andrés Manuel López Obrador con el tema de primero los pobres.
No es nada fácil abordar el tema. De hecho, no ha habido gobernante que haya agarrado al toro de los cuernos ni del ámbito federal ni de los estatales y menos municipales, después de la “guerra” declarada por el entonces presidente Felipe Calderón al narco.
Candidatos postulados a los distintos cargos de elección popular y servidores públicos en funciones de todo nivel jerárquico lo esquivan.
Calderón se atrevió a aparecer vestido con uniforme tipo militar en Michoacán, señaló el hoy Presidente, “y declarar la guerra, al mismo tiempo que su secretario de Seguridad Pública, ahora preso, tenía nexos con el crimen organizado”.
Sin embargo, públicamente el panista tocó la trompeta como el comandante supremo de las fuerzas armadas ante la ola de violencia. Sólo le faltó el hecho de portar la fornitura y ametralladora en lo que actualmente ya se sabe, fue una obra de teatro.
Cuando en su sexenio fue ejecutado el entonces candidato del PRI a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, a manos de un comando de hombres armados que le salió al paso en carretera, Calderón volvió a abrir la boca: “Hoy hemos comprobado que el crimen organizado es una amenaza permanente, y debemos cerrar filas para enfrentarlo y evitar que se repitan acciones como el cobarde asesinato que este día ha conmovido al país”.
El país, expresó hace 13 años, “no puede permitir que la delincuencia imponga su voluntad”.
Desde entonces, nadie levanta la voz a la delincuencia. Los candidatos y gobernantes hablan de todo o prometen todo, pero casi no tocan el tema, y se les entiende, porque va de por medio el pellejo suyo y/o de su familia.
Es el problema de México que requiere mayor atención, y pareciera que está puesto en el último lugar.
La más reciente encuesta levantada en la materia por el Inegi reflejó que las ciudades más inseguras son Fresnillo, Zacatecas, con 92.8 por ciento; Zacatecas, Zacatecas, con 91.7; Ciudad Obregón, Sonora con 90.3; Ecatepec de Morelos, Estado de México con 87.6; Irapuato, Guanajuato con 87.3; Naucalpan de Juárez, Estado de México con 87.2; Toluca, Estado de México con 85.1; Uruapan, Michoacán con 84.8; Reynosa, Tamaulipas con 84.4, y, mire usted, Chilpancingo, Guerrero con 81.7 por ciento.
En el mismo estudio, levantado del 26 de mayo al 15 de junio de 2023, se observó que la mayoría de los entrevistados del país percibió que la situación va de mal en peor.
Su objetivo general es realizar estimaciones en torno a la percepción de la población sobre la seguridad pública en su ciudad, y tiene representatividad nacional, además de que, revela el Inegi, “genera información para la toma de decisiones”.
La gente ha esperado a que ahora llegue un López Obrador, pero no tanto en pos de los pobres, sino en pos de la seguridad. Esa es la nueva esperanza de México.
Guerrero, en su inmensa mayoría, siempre se ha entregado a AMLO por haberlo visto como una esperanza, y esta vez, en que va de salida en su mandato, desea ver a su posible sucesor o sucesora como la nueva esperanza, al igual que en el resto del país.
Debe haber alguna forma de erigirse en esa esperanza ante una corrupción a la que no se le alcanza a ver la cola heredada de los malos gobiernos del PRI y PAN heredados al de Andrés Manuel López Obrador.
El que halle o la que halle la forma de agarrar al toro por los cuernos, ése o ésa podría ganar.