Coyuntura 2024. Hacia la consolidación de la 4T / II
Geovanni Manrique Pastor
Es indispensable reformular el conjunto de mecanismos previstos para el funcionamiento del Sistema Nacional de Planeación Democrática a través de una nueva Ley General que nos permita identificar los problemas públicos nacionales, ordenarlos con base en las exigencias y demandas de la sociedad y formular los objetivos de mediano y largo plazo mediante los que se definirán el conjunto de políticas públicas para atenderlos y resolverlos.
Asumir el liderazgo regional de nuestro país mediante la ampliación de su participación solidaria para el diseño de políticas redistributivas para el bienestar, así como para la reducción de la brecha de desigualdad en Centro, Sudamérica y el Caribe.
Asimismo, conducir los compromisos globales de México por la vía de los preceptos internacionalistas que sustentan nuestra política exterior de no intervención en las controversias internas de los países, de respeto a la soberanía de las naciones y de solidaridad planetaria con los asuntos públicos que forman parte de la agenda global prioritaria, entre las que destacan la atención a las medidas para reducir los efectos del calentamiento global, la erradicación del hambre como resultado de la pobreza y la ausencia de políticas que incentiven el desarrollo para el bienestar, la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres en los ámbitos económico, social, político y cultural, por citar sólo algunos issues.
Promover una amplia y profunda reforma constitucional para un rediseño institucional, de gran calado, del Poder Judicial con el objetivo de garantizar la impartición de justicia a todas y todos los mexicanos, así como la neutralidad política de este Poder de la Unión.
Para cerrar la puerta a cualquier tentativa de regresión conservadora y/o autoritaria en el ámbito político y neoliberal en el ámbito económico, es preciso promover en todos los ámbitos de la acción gubernamental los criterios de igualdad, solidaridad, pensamiento crítico y cuestionamiento del statu quo; así como evitar cualquier tendencia corporativista y dogmática.
El legado del presidente Andrés Manuel López Obrador no es la Cuarta Transformación en sí misma, sino una visión amplia, heterodoxa y permanentemente crítica sobre el origen de los problemas nacionales, así como en qué y cómo atenderlos; por lo que será de vital importancia mantener un diálogo permanente con los diversos actores sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales, con el objetivo de articular decisiones con el mayor consenso posible, sin olvidar el objetivo fundamental que consiste en mejorar las condiciones de quienes menos tienen, ofrecer el mayor bienestar posible al mayor número de personas, garantizar que la democracia sea una forma de vida que se exprese en la felicidad del pueblo.
Tenemos que ampliar y mejorar las políticas dirigidas a nuestros pueblos indígenas y afromexicano, con el objetivo de dignificarlos y empoderarlos, para resarcir con gratitud los agravios que por más de 500 años han sido objeto y para dimensionar con justicia su legado y aporte cultural a la nación que hoy somos.
Por lo que respecta a nuestra democracia, será conveniente que junto con los demás actores políticos discutamos y debatamos sobre alternativas que mejoren la democracia electoral con el objetivo de perfeccionar los mecanismos para la selección de nuestras autoridades y representantes políticos, además de ampliar los instrumentos de participación ciudadana para la construcción de decisiones colectivas relacionadas con los asuntos públicos del país, de las entidades federativas y los municipios.
Hoy, en el plano global, ha quedado demostrado que el Estado social es la instancia decisiva para regular los mercados y también para implementar políticas públicas redistributivas; en un país menos desigual habrá mayores oportunidades para vivir mejor, para todas y todos, por ello será indispensable reforzar y ampliar los apoyos para lo que los sociólogos han denominado movilidad social ascendente, así como el combate a la desigualdad.
En Guerrero nuestra gobernadora Evelyn Salgado Pineda ha acuñado el término Revolución Educativa; que, a mi parecer, debe propagarse por todo el país y materializarse en un rediseño institucional y el establecimiento de una nueva relación entre las y los actores que confluyen en la formación educativa, desde la educación inicial hasta la investigación científica y el desarrollo tecnológico. Retomando la propuesta del doctor Axel Didriksson Takanayagui, será preciso convocar a un gran Congreso Nacional del Magisterio, con el objetivo de consensuar un acuerdo general sobre la función promotora y constructora de la transformación educativa del magisterio mexicano y establecer el compromiso de que el Estado mexicano sea garante de la educación pública como un derecho público y social.
También habrá que construirse el acuerdo con las y los actores públicos que se conviertan en nuestros representantes en el Congreso para garantizar el incremento progresivo de la inversión pública en educación para alcanzar el tan anhelado 8 por ciento del PIB y el 2 por ciento para educación superior, desarrollo tecnológico e investigación científica.
Como puede observarse, estos son sólo algunos enfoques sobre la ruta que a mi parecer debería tomar la transubstanciación, la consolidación y profundización de la 4T; y son temas que, además de otros tantos, forman parte de lo que el maestro Andrés Molina Enríquez denominaría “los grandes problemas nacionales” y que es preciso no dejar fuera del radar en la construcción permanente del México que merecemos.