Por: Rosalba Ramírez

El reciente fin de semana fue un buen pretexto para que el turismo nacional se dejara ver disfrutar las playas del puerto de Acapulco, a pesar de que la ciudad se recupera a pasos lentos del devastador huracán Otis.

En realidad, los visitantes llegaron en forma solidaria porque trajeron despensas a las familias damnificadas, y luego se dedicaron a disfrutar de la cálida agua de la playa Papagayo frente al Asta Bandera. Como fue el caso de una familia que viajó desde el Estado de México para regalar casi una tonelada de comida.

En respuesta, los prestadores de servicios turísticos comenzaron a colocar algunas sombrillas para que se refugiaran de los inclementes rayos del sol.

Los trabajadores de la rama turística esperan un milagro: que la belleza natural de Acapulco se recupere lo más pronto posible para atraer a los visitantes en las próxima temporada vacacional de decembrina. ,

Coinciden en que la mejor manera de apoyar a Acapulco para que el puerto se recupere (económicamente hablando) es visitarlo, comprando a las empresas locales, hospedándose en los hoteles, comiendo en los restaurantes y comprando en las tienditas de la esquina que han sobrevivido frente a las transaccionales.

Con 21 días y contando desde que el Huracán Otis doblegó a Acapulco, la noche del 24 y madrugada del 25 de octubre, es claro decir que la infraestructura de la ciudad no está reparada en su totalidad, ni en su máxima capacidad, pero hay turistas que están optando por visitar el Acapulco, para apoyarlo en estos momentos.

Durante los recientes días, las playas de Acapulco nos han ofrecido varias postales de un atractivo turístico renovado, vivo, limpio, virginal y que va renaciendo de entre los escombros, polvo y ruinas.