Por: Rosalba Ramírez Hernández, Foto: Jacinto Sánchez

En la Autopista de Metlapil que conduce hacia Chilpancingo, se pueden observar a decenas de familias desplegadas en varios tramos carreteros. Se colocaron en esa área porque piden ayuda alimentaria a los automovilistas.

Las familias de las comunidades rurales como La Concepción, San Isidro Gallinero, Tuncingo, El Salto, Parotillas, entre otras, tomaron la decisión de pedir comida y agua cuatro días después del huracán Otis que impactó al puerto de Acapulco, la madrugada del 25 de octubre.

Las y los campesinos piden sobretodo comida a las personas que pasan desde sus automóviles en marcha. Unos coches pasan de largo y otros hacen parada. Como fue el caso de una camioneta tipo estaquitas que viajó desde el municipio de San Luis Acatlán en la región región Costa Chica.

Dos mujeres adelante y seis hombres en la parte de atrás de la camioneta, aparcaron y comenzaron a repartirles agua, pan, y una pequeña despensa a niños, mujeres y padres de familia. – Venimos de una pequeña parte de la Montaña (baja) a traer víveres, despensas y agua que hemos podido recolectar-, dijo una de las mujeres desde el asiento.

Los habitantes de la zona rural reprocharon que además de la poca o nula llegada de despensas, muchos no han sido censados para acceder a la ayuda económica que otorgará el gobierno federal. Desconocen por falta de energía eléctrica en sus hogares, que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que el censo ya concluyó y fue cerrado el sistema para capturar los datos y formatos de las personas beneficiarias.

Valeria Flores, habitante de la localidad de Las Garrapatas, pidió en nombre de mil personas que viven en esa comunidad agua y comida. Dijo que los tráiles del Ejército que transportan despensas no pueden pasar por los caminos qué fueron cortados por la fuerza del huracán. Solo ha recibido en una ocasión una despensa vía aérea.

Más adelante sobre esta misma carretera, habitantes de la localidad de Los playones de San Isidro donde están asentadas unas 250 familias, solicitaron con una manta apoyo del gobierno federal y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) porque permanecen sin energía eléctrica.

Si fueron censados – contaron – fue porque ellos mismos tuvieron que bajar de su localidad a la comisaría porque los censadores no subieron a sus casas, por lo que no observaron la magnitud de los desastres.

Tampoco observaron según platicó la señora Humbertina Sánchez, que se echó a perder la cosecha del maíz, calabaza y limones. Las láminas de su casa volaron y entró el agua mojando sus pocos aparatos y muebles.