Evelyn Salgado libra tormentas
Isidro Bautista Soriano
Con la actitud adoptada ante el paso del huracán Otis, incluso desde antes de que éste comenzara a gotear en Guerrero, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda reflejó tener mejor agarrado al toro de los cuernos.
Guerrero no sólo ha sido ancestralmente pobre y rezagado, sino también golpeado por aire y tierra: lluvias y temblores han dejado consecuencias sumamente trágicas, a tal grado que todavía hay secuelas, principalmente en construcciones.
Si bien es cierto que después de los huracanes Paulina o Manuel e Ingrid, en 1996 y 2013, no ha habido otros de tal magnitud, los subsecuentes no han pasado sin ocasionar pérdidas humanas y materiales en cada temporada de lluvias.
Lo mismo ha ocurrido con los sismos. El suscitado en septiembre de 2017 alcanzó a la región Norte del estado, donde normalmente no tiembla, con decenas de casas derrumbadas, sobre todo en Atenango del Río.
Esta vez la misma gobernadora salió al paso en sus redes sociales, una vez informada de la aparición de Otis, para dar la voz de alerta y llamar a estar lo mejor preparado por cualquier posible contingencia, instalándose en sesión permanente con las dependencias de su gobierno relacionadas con la protección civil.
Se vio bien con la tormenta Max, que dejó estragos en la Costa Grande, de los que todavía no se reponen las familias damnificadas, pese a la intervención oportuna de su administración.
Al igual que en ese caso, con el de Otis, recibió el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
A diferencia de hace 15 días con Max, que envió a Guerrero al secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, ahora dispuso de más auxilio: los secretarios de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González; de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Jorge Nuño Lara, y la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, así como del mismo titular de Semar.
El presidente AMLO dijo que “es un huracán muy fuerte, de mucha intensidad, y tuvo un comportamiento atípico. Esto no pasaba en décadas”, señaló.
Otis surge tras la ejecución de 13 policías de Coyuca de Benítez, incluido el secretario de la corporación, y el caso lo sepulta del escenario, de tal forma que toda la atención de la opinión pública ha permanecido enfocada en el huracán.
El tema de la violencia o inseguridad no es un problema que pueda resolverse en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora que Salgado Pineda ha cruzado un tramo más del ejercicio de su gobierno, en dos años cumplidos el 15 de octubre anterior, estaría bien analizar la posibilidad de hacer ajustes en su equipo de colaboradores y en su esquema de trabajo, especialmente en materia de seguridad, para mejorar su funcionamiento.
La sociedad, y habrá que reconocerlo con honestidad, reclama más resultados, principalmente en ese aspecto, el cual representa, sin lugar a dudas, el problema número uno de México y de Guerrero.
La inmensa mayoría de los consultados, en todas las entidades federativas del país, respondió en la más reciente encuesta del Inegi que se siente notablemente más insegura.
Habría que escudriñar, pues, por qué Guerrero se ubica en el lugar a nivel nacional en percepción de inseguridad, y buscar las posibles causas, para cambiar lo que haya que cambiar; no obstante, de que se trata de un tema sumamente delicado, y del que casi todos ya no quieren hablar, lo mismo ciudadanos que servidores públicos.
Sin embargo, algo deberá hacerse, porque el desempeño de gobierno constituye el factor más determinante para dar el voto y el proceso electoral federal ya está en marcha.
Lo hecho por la gobernadora Salgado Pineda ante Otis y Max seguramente la apuntala en ascenso por lo que aprobación ciudadana se refiere.