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Deportes El Guerrero 8 enero, 2024 (Comentarios desactivados) (94)

Fallece a los 92 años de edad Mário Jorge Lobo Zagallo, una leyenda del futbol brasileño 

El Profesor desempeñó un papel clave en 4 de los 5 mundiales ganados por la Seleção 

redacción 

Nadie dominó las Copas del Mundo como Mário Zagallo, quien falleció el viernes a los 92 años: la legendaria estrella brasileña fue el primero en ganar la máxima competición futbolística como jugador y entrenador. Artífice de la consagración del jogo bonito, marca global del espectacular balompié brasileño de entre 1950 y 1970, pocos pueden presumir de haber tenido tanta influencia en las conquistas del preciado trofeo dorado. El Velho Lobo (Viejo lobo) o El profesor, como lo apodaban sus dirigidos, desempeñó un papel clave en cuatro de los cinco mundiales ganados por la Seleção. De pantalones cortos, donde ofició como extremo izquierdo con sacrificio defensivo, una postura moderna para la época, alzó dos mundiales: Suecia-1958 y Chile-1962, los dos al lado de Pelé. Ya retirado, condujo desde el banquillo a la que muchos consideran la mejor selección de la historia, aquella que con O rei, Jairzinho, Tostão y Rivellino le dio la tercera estrella a Brasil en México-1970. “Mucho de lo que me ocurrió en la vida y con la Seleção es una deuda que tengo con usted”, le dijo Pelé, fallecido en diciembre de 2022 a los 82 años, en un documental de la FIFA. En el cuarto título brasileño, en Estados Unidos-1994, fue el asistente de Carlos Alberto Parreira al mando de Romário y Bebeto. Nacido el 9 de agosto de 1931 en una familia de origen libanés e italiano en Maceió, la capital del estado de Alagoas (noreste), Mário Jorge Lobo Zagallo comenzó su carrera futbolística en el modesto club América de Rio de Janeiro en 1948. Como miles de compatriotas, lloró cuando Uruguay venció a Brasil (2-1) en la final del Mundial de 1950, en el famoso Maracanazo. Entonces era un soldado asignado a la seguridad del Maracaná, desde cuyas gradas fue testigo de aquel golpe a la vanidad futbolística brasileña. Luego pasó a dos grandes de la ciudad carioca, Flamengo y Botafogo, donde se retiró y que le rinde homenaje con una estatua en una de las entradas de su estadio, el Olímpico Nilton Santos. Fue convocado por primera vez a la Seleção en la antesala del Mundial de 1958, y por su polifuncionalidad se ganó un espacio en el equipo que dirigía Vicente Feola. “Mi pasión por la selección comenzó cuando no tenía jugadores ni entrenador. El amarillo nunca se iba de mi cabeza”, afirmó Zagallo. En la final de Suecia anotó el cuarto tanto y asistió al minuto 10, el último de la victoria 5-2. En Chile, cuatro años más tarde, y con Pelé lesionado desde el segundo partido, asumió el protagonismo junto a Garrincha, Didi y Vava para alcanzar el bicampeonato. Dos años después de colgar los botines, en 1966, empezó su carrera como entrenador en el Botafogo. Aunque tuvo un paso laureado por clubes brasileños, fue al mando de Brasil que se hizo inmortal. Su primera muestra de muñeca fue cuando silenció a los escépticos que creían que el scratch, a donde desembarcó 75 días antes del inicio mundialista, no podía jugar con hombres de perfil similar. Los calló alineando a cinco 10 (Pelé, Tostão, Rivellino, Gerson y Jairzinho), con un 4-3-3 para la historia. “Dijeron que sería imposible hacer que todos encajaran en tan poco tiempo, pero ganamos el Mundial”, afirmó. El 21 de junio de 1970, Brasil masacró a Italia 4-1 en la final y Zagallo se convirtió en el primer jugador y entrenador en ganar la Copa. Solo la leyenda alemana Franz Beckenbauer (1974, 1990) y el francés Didier Deschamps (1998, 2018) han podido igualar aquella hazaña. Como DT, consiguió asimismo que Emiratos Árabes Unidos clasificaran por primera y única vez a un Mundial, en 1990, aunque fue despedido antes del torneo tras reclamar primas impagas. Volvió a entrenar a Brasil para Francia-1998, pero perdieron 3-0 en la final con los anfitriones. “Tuve muchos entrenadores importantes, pero, sin duda, el más grande de todos fue Zagallo”, dijo Ronaldo Nazário, gran figura de esa selección. Muy supersticioso, el Viejo Lobo creía que el número 13, por el día de San Antonio (13 de junio), le daba suerte: se casó con su esposa un 13 de junio y en la conquista del tetracampeonato escribía frases de 13 letras en un blog. Cerró su carrera deportiva como coordinador técnico de Brasil en Alemania-2006, donde, dirigidos por Parreira, cayeron con Francia (1-0) en cuartos. Desde entonces tuvo apariciones públicas esporádicas. Asesorado por sus familiares, en los últimos años contó su cotidianidad y rindió homenajes desde Instagram, donde se presentaba como una eterno “enamorado” de la Canarinha.