Astudillo, Mario y Añorve
Isidro Bautista Soriano
Las renuncias de Héctor Astudillo Flores y Mario Moreno Arcos, con todo el capital político que pudieran representar, finalmente son normales, que sin duda alguna, no espantan a Manuel Añorve, porque no hay proceso electoral sin renuncias de militantes de los partidos políticos. Ni el ex gobernador ni el ex el candidato a gobernador han sido los primeros ni serán los últimos en abandonar las filas de un partido en Guerrero. Se les adelantó Cuauhtémoc Salgado Romero, ex dirigente estatal del PRI. Sólo que las renuncias de Astudillo y Mario no son cualquier cosa, por la que Morena seguramente nada más se ríe. Nadie podrá negar que le hacen un boquete a su partido, el PRI. Si con ambos en sus filas, éste no la tenía fácil, ahora sin ellos, la tendrá más difícil, pero no imposible, porque en política todo puede ocurrir, o dicho de otra manera, no todo puede ocurrir. Todo puede ocurrir porque hasta hace un mes se les vio juntos al lado del actual senador Añorve en Ometepec y del ex gobernador Angel Aguirre Rivero, hecho precedido por una serie de encuentros al hilo en los que se dejaban ver aparentemente unidos. Lo que les ocurrió ha pasado siempre en México y en Guerrero, en todos los partidos habidos y por haber. No se salva ni uno. Y en política cada quien se rasca como puede, como en otros aspectos de la vida. Según lo dicho públicamente, ya percibían que las cosas no resultarían como lo deseaban. Cuando ellos iban, Añorve ya venía. ¿De qué pudieron haber pecado? Como aquí mismo lo comentamos hace un par de semanas, Añorve maniobró estilo jaque mate, sin distanciarse con nadie para ganar la partida. El mismo se ha autodefinido como un chaparrito cabrón. Está como la historia bíblica de cómo toma uno agua del río: De 10 mil hombres, unos la ingirieron con la mano, y los otros, sobre sus rodillas, y Dios escogió sólo a 300 como los mejores por beberla lamiéndola. ¿Qué sigue? Mario debe operar 48 horas al día, no las 12 con que hizo su campaña como candidato a gobernador, esforzándose en hacerla ahora con sus propias uñas, porque él tiene más estructura que Movimiento Ciudadano. ¿Cuántos lo seguirán? Debe tener una idea con lo que vio a su alrededor al momento de pintar su raya. Y ¿Astudillo? Está bien que de momento permanezca libre de partidos políticos, porque todos son iguales. Ya se verá pronto, en cuestión de días, en que muchos se sentirán desplazados en sus aspiraciones políticas, y buscarán consuelo con el de enfrente. ¿Ha habido algún gobernante que no haya impuesto a alguien como candidato o dirigente de partido? ¿Quién no ha impuesto ministros, magistrados o titulares de organismos dizque autónomos como de derechos humanos? Y ¿Añorve? Como Duracel: sigue y sigue. Ayer, antes de la declaración de renuncia de Astudillo, mandó un mensaje de mucha pila en sus redes sociales con la foto en que aparece con Aguirre y Alejandro Moreno, Alito. Lo lamentable es que ante la sociedad en general todo cambio de partido político se percibe más por proyecto personal que como por proyecto de país. Por eso el ex gobernador se vería mejor como sociedad civil. No deja de ser un golpe fuerte que servirá de lección para compartir experiencia.