Lucio Hernández es uno de los mejores carpinteros de El Súchil, en Tecpan
A pesar de ser sordomudo, desempeña su oficio desde hace más de 30 años
Rodolfo Valadez
El 19 de marzo se celebra a San José, conocido también como el patrón de los carpinteros, y por esa razón, es día de fiesta para quienes se dedican a tal oficio. Sin embargo, para Lucio Hernández Lucas, es un día como cualquier otro, hundido en el silencio total. Él es sordomudo. Sin embargo, su condición no le impide imprimir calidad a los trabajos que realiza, lo que lo ha colocado como uno de los mejores carpinteros dentro de su comunidad natal, El Súchil, aunque para muchos es uno de los mejores de la región.
Su taller y domicilio se ubica cerca de la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo en la colonia Guadalupe Solís. Los clientes que llegan ahí se comunican con el carpintero a través de Francisca Plácida de Dios, su cuñada, que hace las veces de traductora.
Sillas, sillones, roperos, camas, comedores y otros muebles son los pedidos comunes que recibe en el taller, y cuya elaboración procura que sea rápida porque según ha manifestado, no está de acuerdo con la fama que tienen los carpinteros de que son informales a la hora de trabajar.
Otro talento con que cuenta el hombre de aproximadamente 60 años, es su destreza para hacer máscaras de madera, objetos que son muy solicitados por la gente del pueblo de El Súchil antes de la llegada de agosto, pues los pobladores son protagonistas de las danzas tradicionales de la fiesta patronal de Tecpan en honor a San Bartolomé Apóstol, el 23 y 24 de agosto, además de que también son usadas durante la celebración religiosa de su pueblo en honor a Santa Rosa de Lima, el 30 de agosto.
Aunque las más encargadas son las máscaras de La Vieja, protagonista principal de la Danza del Toro, Lucio Hernández también hace la de El Viejo, El Tigre y de otros personajes de las danzas de San Bartolo.
En ocasiones, recibe la ayuda de su hermano, Buenaventura Hernández, quien también es sordomudo. Ambos nacieron con esa discapacidad, que no ha sido impedimento para que se dediquen al oficio, el cual han desempeñado desde hace más de 30 años.
Como la mayoría de los carpinteros de ese pueblo, Lucio carece de la ayuda económica del gobierno estatal y federal para la compra de equipo, herramientas y materias primas, por lo que su trabajo lo hace rascándose con sus propias uñas.
No obstante, esa falta de apoyos no impide que la alegría se desborde entre los carpinteros de esa localidad, por lo que se puede escuchar música en cada taller y el chocar de cervezas y refrescos para festejar su día, aunque para Lucio y Buenaventura sea otro día de silencio, como cualquier otro.