A sus 68 años, doña Ángela Rosas continúa techando sillas en Tecpan
Asegura tener el mismo entusiasmo y dinamismo que cuando tenía 21
Rodolfo Valadez
A sus 68 años, Ángela Rosas Arroyo techa una silla con el mismo entusiasmo y dinamismo que cuando tenía 20.
Es una de las pocas personas que en Tecpan todavía se dedican a techar sillas con hilos de plástico, una actividad que en los últimos 30 años va en decadencia en la ciudad natal de Hermenegildo Galeana.
A pesar que varias décadas atrás el oficio era muy popular en el municipio y había techadores prácticamente en cada esquina de Tecpan, hoy en día, estos se cuentan con los dedos.
La llegada de muebles sintéticos y de materiales desechables desplazaron a las sillas y sillones hechos con varillas de acero, que fueron muy populares en la segunda mitad del siglo pasado, “y con ello la gente dejó de contratar a quienes techaban”, comentó un poco triste la mujer.
Consultada mientras techaba una silla satélite en el corredor de su casa, ubicada en la calle Chihuahua, de la colonia Francisco I. Madero, en el corazón de la cabecera municipal de Tecpan, relató que ella aprendió el oficio cuando tenía 12 años de edad de la mano de un tío suyo, y que una vez que dominó la técnica, optó por trasladarse a las comunidades del municipio a ofrecer su trabajo.
Dijo que cuando tenía 20 años llegó a techar hasta 21 sillas en un día, porque la demanda de trabajo era demasiada. En estos días solamente techa dos o tres sillas, pero a la semana.
Sin embargo, asegura que la labor la lleva a cabo con el mismo entusiasmo y dinamismo que cuando tenía 21 años de edad, aunque su estado físico se ha visto disminuido por el paso del tiempo.
Relató que cuando estaba aprendiendo la técnica de techado, las primeras sillas las terminó con un material conocido en la región como cuaite, que era muy común por los años 70 y 80, mismo que es de origen vegetal y que cuando ese material comenzó a escasear, inició con el uso de hilos de plástico para techar las sillas y sillones.
Hasta ahora, doña Ángela Rosas es una de las pocas personas que se dedica a esa actividad en Tecpan, un trabajo que, afirma, seguirá en el “durante el tiempo que Dios se lo permita”.
“Aunque la verdad confío en que sean muchas, muchas sillas más las que me queden por techar todavía”, manifestó tras esbozar una sonrisa, mientras continuaba tejiendo la silla que estaba preparando.