Para sanar males, nadie mejor que Feliciana Cisneros, curandera de El Súchil, Tecpan
Asegura poseer un don que le fue dado por seres divinos para curar a la gente
Rodolfo Valadez
En la comunidad de El Súchil, Tecpan, la gente sabe que cuando se trata de curar de empacho, latido, anginas, mal de ojo o se requiere de una buena sobada con alcohol y Vaporub para disminuir los dolores musculares, nadie mejor que Feliciana Cisneros León, quien desde hace más de 50 años se dedica a esa actividad.
Ella asegura que posee un don que le fue dado por seres divinos, quienes le encomendaron, según dijo, que lo usara para curar a sus semejantes. Sus únicas herramientas son sus manos, aceite, agua y sal, además de las oraciones que dice antes de iniciar cada sobada o cada consulta a la gente que acude en busca de sanar sus males y que no le importa esperar hasta cuatro horas su turno en el domicilio de la mujer, ubicado en la calle Ignacio López Rayón.
Su fama y su efectividad han hecho que sea la única que se dedica a esa actividad en la localidad poblada por más de 10 mil habitantes, ya que nadie se anima a sobar porque la gente le tiene más confianza a doña Feliciana, como también se le conoce.
En el interior de su casa, la sobandera usa una de las dos camas que tiene para efectuar sus trabajos. Depende del malestar es el tratamiento que se emplea, explicó mientras prepara a un hombre de aproximadamente 50 años de edad que acudió a ella para que lo sobe de empacho.
Antes de iniciar con el tratamiento, la curandera cuenta que posee un don que un ser divino le confirió cuando tenía 9 años de edad, con la única condición de que lo usara para sanar a sus semejantes.
En el caso del paciente de empacho, el hombre, luego de quitarse la camisa, se recostó boca abajo en la cama, y antes de iniciar, la mujer se hinca y comienza a rezar. Después de un rato, se incorpora y toma una botella con aceite y comienza a darle pequeños masajes en puntos específicos de la espalda, brazos y dedos. Los pequeños gritos de molestia del empachado se mezclaban con sus risas cada vez que los dedos de la sobandera pasan por su cuerpo.
Luego de varios minutos de sobada, doña Feliciana termina su trabajo asegurando que el empacho desapareció, lo que el hombre asienta con la cabeza. “No vaya a comer alimentos condimentados, picantes, ni grasas. Mezcle agua mineral con refresco de manzana para hidratarse”, son las recomendaciones de la experta.
Antes de recibir al próximo paciente, cuenta que el oficio al que se dedica poco a poco desaparece de los pueblos con la llegada de médicos y medicinas, que han hecho que la gente deje de creer en los curanderos tradicionales, los cuales, afirma, son más efectivos en muchos casos que los que estudiaron medicina.
La charla la interrumpe el saludo del próximo paciente que acude en busca de curar su latido, para lo cual Feliciana se apura a preparar el ungüento que le aplicara después de decir sus oraciones.