Paul McCartney desata la nostalgia en un emotivo concierto en Ciudad de México
El evento fue un homenaje a la música que nació para ser memorable
Redacción
Hay algo casi mítico en la capacidad de crear música que permanece imborrable con el paso de los años. La noche del lunes, Paul McCartney, uno de los arquitectos del pop del siglo XX, ofreció un espectáculo inolvidable en el estadio GNP Seguros. A sus 82 años, el legendario músico británico demostró que su energía y conexión con el público siguen tan vivas como en los días de gloria de The Beatles.
El concierto inició con un golpe de nostalgia: Can’t Buy Me Love. Desde los primeros acordes, miles de asistentes se unieron en un coro que resonó con la fuerza de seis décadas de historia. Familias enteras, algunas con trajes inspirados en los icónicos atuendos del Sargento Pimienta, se reunieron para celebrar un legado musical que ha trascendido generaciones.
“¿Qué onda, chilangos?”, saludó McCartney en español, provocando la ovación inmediata del público. “Está padre estar aquí de nuevo. Está padrísimo”, continuó con un acento que arrancó sonrisas y aplausos. Desde ese momento, quedó claro que la noche sería un viaje emocional a través de los años dorados del rock.
El repertorio incluyó clásicos inmortales como Love Me Do, que transportó a los asistentes a la efervescencia de la Beatlemanía, y joyas de su carrera en solitario y con Wings, como Let Me Roll It. Cada canción fue acompañada por un impresionante despliegue visual, con juegos de luces que transformaron el estadio en un cielo lleno de “diamantes” y “estrellas”, evocando las atmósferas psicodélicas de sus composiciones más emblemáticas.
“Es un genio”, comentaba emocionado un fan mientras coreaba Hey Jude, el himno que cerró el espectáculo en un clímax conmovedor. A lo largo del show, McCartney alternó entre instrumentos, demostrando la versatilidad que lo convirtió en una leyenda. Su capacidad para conectar con el público mexicano fue innegable, haciendo que todos se sintieran parte de la historia.
Esta primera noche en la Ciudad de México fue más que un concierto; fue un homenaje a la música que, como él mismo dijo alguna vez, nació para ser memorable.